Para empezar debo decir que me tengo absolutamente prohibido ver el Teletón, porque aunque no tenga un peso partido por la mitad, acabo donando hasta los chones, ayudando a Televisa y a otras empresas millonarias a evadir impuestos.
La última vez que vi el Teletón, estaban narrando la historia de un niño de 13 años, que llamaremos B. El era brasileño y no podía mover los brazos ni las piernas, y sin embargo, jugaba fútbol trepado en un cochecito tipo “avalancha”. B jugaba y reía con Lucerito y enseñaba algunas suertes a Marco Antonio Regil, los conductores del
Teletón.
Su historia iba que sus padres no tuvieron dinero cuando B nació para operarlo ni rehabilitarlo, por lo que ya era demasiado tarde, pero B aprendió a vivir con su discapacidad y ahora era un niño feliz con muchos amigos, y que viajaba por todo el mundo haciendo campaña y pidiendo donativos para que otros niños nacidos con su misma discapacidad, tuvieran la oportunidad de crecer con sus brazos y piernas funcionales. Yo desde luego lloré y lloré y doné y doné hasta que me quedé dormida pensando en qué haría yo si tuviera un niño como B.
A la mañana siguiente, bajé por un vaso de agua tipo 6am, y cuando subía las escaleras de regreso, escuche un ronquido en la sala. Yo sabía que estaba sola, por lo que mi corazón comenzó a palpitar a mil por hora. En mi cabeza comenzó una lucha de película de terror de Pedro Fernández entre voltear y no, ya saben, en el cine al idiota que voltea o al que dice “separémonos” es al primero que se echan. Peeeeeero ganó mi instinto chismenino y me di la vuelta.
Como en una película de dimensión desconocida, B estaba plácidamente dormido en uno de los sillones, junto con su padre, que también había salido en la tele la madrugada anterior. Yo me tallé los ojos y me bebí el agua de un sorbo pues no podía creer lo que veía, sin embargo, cuando abrí los ojos, el dinosaurio todavía estaba ahí, es decir, B aún estaba ahí dormido como angelito con todo y su cochecito deslizador.
-¡Pero… pero si ni doné tanto! –pensé desconcertada.
Yo no quise despertarlos, sin embargo, comencé a escuchar ruido en el patio trasero, así que decidí asomarme, con suerte me encontraría al Regil en paños menores, uno nunca sabe, es cosa de los sueños; porque aún dudaba si estaba bien despierta o era uno de esos sueños donde sueñas que estás dormido soñando y que cuando despiertas aún sigues dormido hasta que suena la verdadera alarma del algún reloj.
Pero ahí estaba vivito y coleando mí hermano, corriendo de un lado al otro del patio como pollo sin cabeza, mordiéndose las uñas y arrancándose los pelos.
Resulta ser que mi hermano trabajaba en televisa y fue “convocado” como voluntario para asistir a los invitados del Teletón. Con tanto movimiento de estrellas y de personas con necesidades especiales, el baboso perdió la clave de confirmación del vuelo de regreso a Brasil de B y su padre y el avión los dejó. El siguiente vuelo salía hasta las 12am pero iba lleno. Mi hermano, como siempre, estaba sin un centavo, pues todo se lo gastaba (o se lo gasta, ya no sé) en alcohol y juegos de XBox, por lo que no tuvo más opción que llevarlos a la casa.
B y su padre se morían de frío y de hambre y como mi hermano y yo vivíamos solos y no nos llevábamos nada bien, casi nunca había nada en el refri ni en la alacena. Sin embargo, al ver su cara de “tengo en mi casa a Cleto ahora donde lo meto” decidí ayudarlo.
Yo- Tú dedícate a arreglar el vuelo y yo veo que les preparo de comer y cómo los entretengo.
Hermano- Gracias, te juro que te debo una.
Yo sonriendo y respirando hondo hondo- Me debes ya varias…
Hermano- sí, sí ok, pero ésta nunca la voy a olvidar, de verdad, gracias.
Fui a la cocina y lo único que encontré fue una bolsa de Doritos nachos y dos botellas de salsa
Yo pensé, tortillas + salsa + crema = chilaquiles, así que vacié todos los ingredientes en una olla y cuando estuvieron calientes los serví con un poco de crema y 10 gramos de queso rallado, que habían sobrado de los sopes de la noche. El platillo quedó como para foto de menú de Sanborns.
Todos nos sentamos a la mesa y comenzamos a atacar los chilaquiles nachos. Debo decir que indiscutiblemente son los chilaquiles más maravillosos del planeta, si Dios (y Sabritas) ya se tomaron la molestia de cortar las tortillas en triángulos perfectos, freírlas, secarlas y aderezarlas, ¿por qué no aprovecharlas? En ese momento nacieron mis ahora famosos “chilaquiles Teletón” que siempre que hago son aplaudidos y alabados.
El desayuno estuvo genial y B y su padre se devoraron los chilaquiles. Platicamos, hermanamos, cantamos, reímos y después hasta jugué fútbol con B hasta que fue hora de que mi hermano los llevara al aeropuerto para tomar su nuevo vuelo.
El padre de B envió una carta al jefe de mi hermano agradeciendo las “espectaculares atenciones recibidas durante su estancia en México” y el exquisito desayuno proporcionado por el voluntario F y su “encantadora hermana” (osea yo) y la asistencia en el problema del vuelo que al final, según sus palabras, resultó una desafortunada maravilla.
Yo de mi hermano recibí un “por lo menos les hubieras puesto pollo a los chilaquiles, van a pensar que somos pobres”, pero yo estaba tan extasiada por la experiencia, que apliqué lo que acababa de aprender de B, me volví una convenenciera de la vida, solo veo, leo, escucho y guardo lo que me conviene y me hace feliz, todo lo demás lo mando a mi carpeta de SPAM interior y asunto arreglado.
P.d. Aún conservo la taza del Teletón que me regaló B y cada vez que tomo café recuerdo ese evento con mucho cariño, maravillada de lo espectacular que es la vida y lo poquito que necesitamos para ser felices.
P.d.2. Aún dono dinero al Teletón porque siento que algo ayudará a los niños, pero definitivamente ya no veo la televisión.
Mantra de la semana: Debo tener cuidado con lo que pido porque se puede hacer realidad, debo tener cuidado con lo que pido porque se puede hacer realidad…
OK DEBO DECIR QUE TUVE LA SUERTE DE PROBAR LOS CHILAQUILES TELETON Y LO UNICO QUE PUEDO DECIR ES: MMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMM!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarQue buena historia, y yo he probado los chilaquiles Teletón y son buenísimos. De hecho los míos eran muy criticados por la autora porque decía que me tardaba demasiado tiempo cortando la tortilla en triángulos perfectos para después lentamente freirlos mientras preparaba una salsa en la licuadora jeje. M
ResponderEliminarMichelle wrote: WOW - ADVIERTO QUE SE ESCRIBIR, PERO REALMENTE ES TODO PARA DECIR QUE ME ENCANTA ESTA RETRO-. LA DESINFORMACION ES PARTE DE LA VIOLENCIA."
ResponderEliminarPonch wrote: Excelente historia/anécdota.
ResponderEliminarYo se que muchos piensan que el Teletón es darle dinero a Televisa, pero con esta historia te habrás dado cuenta como yo me di cuenta también por otras circunstancias...que el Teletón realmente ayuda a personas con discapacidades y no sólo eso, sino que en los CRIT trabajan personas muy amables y comprometidas con esta gran labor.
Si no lo hubiera vivido, no lo hubiera creido...por eso, yo cada año aporto al Teletón.
Una vez más....que rebuena historia!!!!! Quiero unos chilaquiles TELETÓN!!!!!
Alexandra wrote: ebo decirte que me dió curiosidad y entré a leerlo. Me gustó mucho, muy buena experiencia y muy buena receta. :D (debo tener cuidado con lo que deseo o se puede hacer realidad.. debo tener cuidado.. )
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