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martes, 9 de noviembre de 2010

UN DOMINGO CON LAURA

Hola! Hoy les voy a compartir un cuento que escribió mi Papá, que también le gusta escribir. Estoy haciendo un pequeño homenaje, primero porque es el mejor Papá del mundo y luego porque ya se vendó la primera edición de su libro "El cuidador Primario" de Tanatología. . ..... ............................................................................................................. ............................................................ Él tiene más imaginación que yo; siempre he creído que los cuentos son mucho más difíciles de escribir que una novela pues uno tiene unas pocas líneas para comunicar lo que tenemos en la cabeza, y si te hacen reír pufff estas del otro lado, pues la risa y el humor son la cura para básicamente cualquier mal. . ................................................................................................................................................................................ Lo mío, de hecho, son puras anécdotas o chocoaventuras como les dicen por ahí, que continuaré compartiendo la semana que viene. . ................... ......................................................................................................................................................... ¡Que lo disfruten! . ................................................................................................................................................................................................... . ................................................................................................................................................................................

Un Domingo con Laura

-Es domingo ¡tengo que apresurarme! -Es día de entrada libre a todas las secciones y la senda que me llevará a su lado esta siempre demasiado transitada por los dolientes de cada ocho días. A ella le disgusta la gente impuntual. Quiero llevarle las flores que siempre pide: una docena de claveles blancos, son sus preferidos.

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En el primer recodo del camino me espera mi viejo amigo el “Chemo”. Él también deambula por aquí todos los domingos. De la bolsa trasera de su agujereado pantalón extrae una anforita plateada para invitarme un trago de tequila y como es nuestra costumbre desde hace varios años, seguimos las señales que nos llevan directo a “La Capilla” que en su entrada luce un cartel luminoso que reza: “Sólo se admiten residentes permanentes”, mostramos nuestro gafete, y pasamos el control de acceso. En el interior saludamos a varios conocidos. Hoy me toca invitar. Bromeamos y reímos un buen rato recordando las gastadas anécdotas acumuladas en tantos domingos de acudir a este sitio.

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Él es el culpable de mi estadía en éste lugar -de lo que está muy orgulloso- sigue presumiendo que uno de sus mejores trabajos fue desaparecerme sin dejar huella por encargo de mi celosa esposa arrojando mi cuerpo al canal de aguas negras. Para cuándo me encontraron estaba irreconocible, fui a parar a la escuela de medicina donde los practicantes me hicieran pedacitos antes de enviarme al sitio de los no identificados.

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Matamos el tiempo comiendo y bebiendo mientras saboreamos el caldo de camarón, los taquitos de pollo y las cebollitas asadas con chiles toreados que nos sirven de botana esperando que abran las rejas de entrada a los sitios VIP.

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La “Capilla” es un antro muy animado y sumamente exclusivo con su clientela, esta especialmente acondicionado para que las personas se conozcan y la pasen bien. Aquí he ligado algunas veces, mí actual amarre es con la sexy Laura.

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En cuanto la vi en su vaporoso y transparente traje blanco, luciendo una diadema de flores blancas en su blonda cabellera, dejando entrever un cuerpo lleno y frondoso (no me gustan muy flacas) caí rendido ante su altivo y grácil porte. Ella no se hizo del rogar, nos enamoramos bailando al compás de la melodía que lleva su nombre interpretada por un saxofón triste y melancólico en la vieja rocola de discos de vinilo de 45 rpm. Es extraño que en el otro lado, mi esposa también se llame Laura.

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Al escuchar cómo se abren los accesos para poder circular por todas partes sé que llegó la hora de acudir a mi encuentro semanal.

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El “Chemo”, un poco más alumbrado que yo, se levanta tambaleante y colgado de mi hombro camina muy derechito hasta llegar al punto de la vereda dónde cada quien toma un rumbo distinto.

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-Nos vemos el próximo domingo-le digo

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-Si todavía andamos por aquí- me contesta. Es el mismo diálogo que usamos al despedirnos.

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Cargando mis flores llego a colocarlas a un lado de un descarapeládo macetero de cantera rosa donde todavía están floreando las del domingo anterior.

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-Gracias por venir y gracias por las flores- escucho su voz- ¡Siempre eres tan puntual!

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Sonrío y me sonrojo ante su elogio. -¿Porqué me pide esas flores para colocarlas en la tumba de su esposo?- Estoy tentado a preguntarle, pero en realidad me importa poco.

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Empieza a limpiar la fría piedra y a retirar las hierbas acumuladas a su alrededor. Levitando sobre ella me deleito al contemplar el movimiento de sus caderas y el de otras de sus beldades ansiando que acabe pronto, pero continúa lentamente con su labor hasta dejar brillante el letrero grabado en la lápida que dice:

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Carlos N. 1928--1958

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“Siempre llegó tarde, hasta el día de su muerte.

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Lo extrañamos… pero no mucho”

Su esposa e hijos

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Al terminar se arroja llorando a mis brazos, me cubre de ardientes besos y muchos apapachos. Después de dos que tres mordidas, tomados de la mano nos dirigimos a donde está su residencial mausoleo.

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-¿Vinieron tus hijos o tu esposa?- Me pregunta.

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-¡Cómo van a venir si no tienen la menor idea de dónde estoy!- le contesto.

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- Y tú- ¿Tuviste visitas?

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-Creí ver a Carlos, pero al darse cuenta que lo descubrí se fue volando a meterse en un florero y desapareció. A propósito, tengo una nueva vecina, también se llama Laura y quiere conocerte.

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- ¿Laura y quiere conocerme?

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-Sí, es una señora muy propia, educada y de buena familia: ¡Mira, es la que nos hace señas!

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Si no estuviera muerto, me moría en ese instante del susto. ¡Mi mujer!

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Salí volando de los recintos VIP escuchando los gritos de una Laura que decía muy disgustada

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- ¿Por qué te vas sin despedirte? - ¡Grosero mal educado!

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La otra Laura gritaba chillonamente - ¡Desgraciado, mujeriego, bueno para nada, ni muerto puedo dejarte solo!

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Llegué apresuradamente a la última fila de fosas de la sección de pobres paupérrimos dónde tengo mi perpetuidad y me guardé sin hacer mucho ruido. Mañana solicitaré formalmente ser exhumado para que me cambien de cementerio, pues en éste, se terminó la diversión.

3 comentarios:

  1. Esta super chevere el cuento, no vabe duda, hija de tigre pintita. Felicidades al Papá, queremos más cuentos!!!

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  2. Me encantó el cuento, es muy ad hoc para este mes. Hay que portarse muy bien siempre porque como es arriba es abajo jejeje

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  3. Que bueno que en mi pueblo no hay gym que exija chip !!! Que bueno... :(

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