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martes, 3 de agosto de 2010

¿TE ACUERDAS CUANDO PENSABAMOS DE CORRIDITO?

Saliendo de un bar en la Condesa, mi amiga C. y yo estábamos caminando hacia el coche hablando del pasado;

Yo: ¿Amiga te acuerdas de esta tipa pelirroja que cantaba esta canción muy bonita que iba algo así como ta ta tata taaaaaaaaaaa?

C: Déjame pensar... ¿una que hizo un dueto con este cantante rubio muy guapo...? mmm...

Yo: Ah, ese cantante que después se supo que era gay o que tenía dos esposas o algo...

C: ¿No fue el que se casó con su hijastra? Ah no ese es otro, ¿no era drogadicto o algo?

Yo: Hablando de drogadictos, ¿pudiste comprar tu medicina?

C: ¿Cuál medicina?

Yo: Esa que sólo se vende con receta médica... ah no, espera, no eras tú, ¿quién me dijo que no podía conseguir una medicina?

C: ¡Cindi algo!

Yo: No, yo no conozco a ninguna Cindi... ¿o si?

C: La cantante pelirroja

Yo: ¿Cuál cantante?

C: ¿Pues de qué estábamos hablando?

Yo: Ya no me acuerdo, estábamos hablando de las crepas de cajeta ¿no?

C: Ah sí, que ricas ¿verdad?, pero... hablábamos de otra cosa...

Yo: Hay amiga ¿te acuerdas cuándo pensábamos de corridito?

De repente mi amiga C. se quedó pasmada, respiró profundo y corrió enfurecida como tras de la herencia de Bill Gates, a detener a un individuo que le acababa de chocar el coche. Bueno en realidad era apenas una mini abolladura, pero igual el tipo tenía todas las intenciones de darse a la fuga. C. comenzó a gritar a los vecinos que la ayudaran, que llamaran a una patrulla, que era víctima de un delito (como antecedente, aclaro que mi amiga C. es abogada litigante ferviente luchadora contra las injusticias.)

En seguida llegó una patrulla con dos policías, qué más que detener al tipo, se limitaron a contener a C. que ya estaba a punto de golpear a todos. Minutos más tarde llegó el ajustador de seguros del individuo (sí, en minutos aunque usted no lo crea) y comenzó el proceso.

Para no hacer el cuento largo, después de cerca de una hora de pleitos y sombrerazos, el ajustador de seguros le pide a mi amiga C. que le preste la tarjeta de circulación y su licencia para poder levantar el reporte. Ella dignamente sacó de su bolsa las llaves del coche e intentó abrir la puerta pero no pudo. Primero se lo atribuimos a los Martinis, así que lo intentó de nuevo y nada, después lo intentó con la llave de repuesto pero fue inútil.

Cuando se asomó por la ventana para ver si algo estaba obstruyendo los seguros, su cara se puso roja como un semáforo y comenzó a sudar en frío.

-Ejem, ejem, bueno yo... es que... disculpen pero hay una situación...

La cara del individuo, que ya se quería ir, pasó del blanco al rojo furia en 3.8 nano segundos, uno de los policías hasta soltó su libreta de infracciones en un charco, -¿Y ahora qué pasa?

En ese momento la dueña de ese coche salió de un local contiguo y aunque se espantó al ver todo el alboroto alrededor de su auto, se acercó calmadamente.

C.: ¡Qué bueno que llegas, fíjate que este individuo te chocó el coche y se iba a arrancar cuando yo lo detuve, porque soy abogada (hasta sacó una tarjeta y se la entregó) y no podía permitir que se cometiera una injusticia...

La dueña del coche le agradeció inmensamente su buena obra y le regaló una botella de vino que venía cargando.

C. y yo nos retiramos con bajo perfil de la escena y nos subimos a su coche, estacionado a 5 metros de ahí. En efecto, ese no era su coche, no a menos que mientras bebíamos, Santa Claus le hubiera cambiado el Honda por un Mercedes, colocado una silla para bebé y regado juguetes por todos lados.

C. intentó reclamarme por no haber puesto atención y no haberle dicho que este no era su coche, pero vamos, le estaba reclamando a alguien que ha dejado las llaves, el celular, el control remoto de Cablevisión, el cheque de la quincena y el pasaporte ¡en el refrigerador!

En fin, mantra de hoy: Debo empezar a tomar pastillas para la memoria, debo empezar a tomar pastillas para la memoria... (pero antes debo recordar comprarlas).