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martes, 15 de febrero de 2011

¿Dónde quedó la mota?

Hola antes que nada, una disculpa por que la semana pasada no pude contarles nada, pero estoy enredada en la distribución "hormiga" de mi nuevo ( OK y único) libro porque no se vende en México (sólo porque no me apellido García Márquez o Loaeza :P), sólo se vende en Argentina, vía amazon.com o directamente conmigo. Si se animan a comprar uno, me ayudarían mucho para seguir escribiendo y contarles más cosas de mis amigos, mis familiares y mías. Anímense sólo cuesta $200 pesitos, -ya se acabaron los de $150 :(-. ¡Llévelo, llévelo! Se van a divertir.
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¿Dónde quedó la mota?
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Hace mucho mucho tiempo, antes de la época de las torres gemelas, y de que en los aeropuertos nos tuviéramos que quitar los zapatos porque los gringos creen que podemos meter una bomba atómica entre los dedos, de evitar ponernos talco en los pies porque los gringos le temen al antrax, de tener que quitarnos el cinturón, porque los gringos temen que secuestremos un avión completo con él, de que nos dieran la ya bastante mala comida del aire, con vajilla marca Bosco, porque los gringos creen que podemos destruir Manhattan con una cuchara, y de tener que bajar de peso por los rayos X, mis amigos, el Doctor y su esposa M, una pareja mayor, viajaban mucho y pasaban los veranos enteros en Europa.
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M siempre viajaba para todos lados con su pequeño perro marca Snoopy llamado Mota (disculpen pero no se de razas ni básicamente de nada que tenga que ver con perros o gatos por mis alergias). Yo de hecho estoy segura de que Paris Hilton vio a M cargando a su Mota dentro de una LV y le pareció "cute" así que la copió.
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Aunque el Doctor y M son bastante hippies, el perro se llamaba así, mal pensados, porque tenía una mancha en la espalda. Cierto es que el nombre nos daba horas y horas de sana diversión en las reuniones, "ya me voy porque tengo que cambiarle el agua a la Mota"... "La Mota ya creció y está bien grande"... "A la mota no le gusta mucho la sombra, la tengo que sacar al sol unas horas al día"... "La mota es tán delicada"...
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El caso es que cada vez que viajaban, M le encargaba al personal de aduanas que cuidaran a la Mota como a las hijas de Obama, "Por favor, no la pongan junto a las maletas de piel de cocodrilo porque se asusta"... "Tampoco junto a las baratas Samsonite de plástico porque le salen ronchas"... "Y ni se les ocurra mandarla junto al equipaje de la clase turista, pónganla en la de primera, donde debe de estar"... en fin.
Regresando de uno de sus viajes, el Doctor y M estaban esperando su equipaje, pero la Mota no salía y no salía. El personal de la aduana le dijo a M que por unas nuevas reglas en cuestión de animales, artículo tercero, sección dos, párrafo 18, inciso B, el perro se tenía que quedar en mini cuartentena un día, que podían recogerlo al día siguiente por la tarde. M aceptó a regañadientes y se fue cargando sus 15 maletas y dos baúles, a su mansión de San Ángel.
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Al día siguiente, M fue a recoger a su Mota al aeropuerto. Después de hacerla esperar un par de horas y de escuchar las maldiciones y amenazas de M, el personal de aduanas por fin le entregó la jaula. Al abrirla, el perro saltó a los brazos del aduanero lamiéndole la cara y moviendole la cola como loco.
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-M- ¡Esa no es mi Mota!
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-Aduanero- Lo que pasa es que luego reaccionan diferente durante los viajes largos, la de mi hermana de hecho...
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-M- (a grito pelado) -Lo que sea, pero le aseguro que ésta no es mi Mota ¿Donde está mi Mota? Quiero a mi Mota ahora.
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Los viajeros que casualmente pasaban por ahí, voltearon a ver la escena extrañados ante la peculiar petición de la señora del traje rosa Chanel.
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-Aduanero 2- Señora, le aseguro que ésta es su Mota, además todos los perros son iguales, qué más da.
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-M- Para empezar ningún perro es igual a otro, usted es el que es un igualado, exigo hablar con un supervisor.
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-Aduanero- ¿Y cómo diablos sabe que no es su perro si apenas lo volteó a ver un segundo?
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-M- Porque mi perro, mi querida Mota, murió en París y la traía para enterrarla en el jardín, por eso estoy segura de que este perro definitivamente !no es mi Mota!
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Bueno, yo digo que hay que darle crédito a los aduaneros, seguramente se pasaron el día completito recorriendo tiendas de animales y perreras buscando un perro que tuviera una pinche mancha igualita en la espalda jejeje.
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En fin, la historia terminó en que M se quedó con el perro que aún vive y se llama Coca.
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Mantra de la semana: Debo decir en la aduana que traigo un secador de cabello, no "una pistola de pelo", o tendré que acompañarlos de nuevo al "cuartito".