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martes, 1 de marzo de 2011

Se busca prostituto cumplidor...

Extracto editado del libro "Una vieja de 35 años".

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...Al día siguiente por la mañana, todos los empleados nos disponíamos a entregar nuestros reportes mensuales de gastos. Cada vez que un empleado salía del cubículo de Magda, la administradora, que era la viva imagen de la señora que sale en Monsters Inc, se le escuchaba decir la frase por la que la llamábamos La Reina de Corazones: “Que le corten la cabeza”, bueno en realidad lo que Magda decía era “Que le corten el cheque quincenal” pero a nosotros, una reducción en la quincena nos parecía tan grave como dejar de respirar por 15 minutos.

-¡Maldita bruja! Pinche Magda volvió a regresarme los comprobantes y juro que ahora si me esmeré, lo que pasa es que me tiene mala fe, dijo Lula mientras regresaba del cubículo de Magda y se sentaba en su lugar cabizbaja.

-A ver, déjame ver... en efecto estas notas parecen reales, cada vez eres mejor en el arte de la falsificación Lula, creo que Magda se ha comprado algún nuevo detector de mentiras o talvez instaló un polígrafo en el asiento de invitados -le dije a Lula mientras revisaba sus comprobantes.

-Son notas reales, excepto la del manicure, Magda ya no me cree nada. Le dije que quería cerrar el trato de un evento de caridad para sordomudos, alegando que debía tener las manos impecables para aprender el lenguaje de señas y poder presentar el plan a seguir –comentó mientras nos enseñaba su manicure francés que parecía haberle costado una fortuna.

-Si serás animal Lula, hay 100 mil excusas mejores que esa para que te paguen un manicure, pudiste haber dicho que tu mano saldría retratada en un folleto informativo de algún evento o que ibas a firmar un contrato con el presidente de algún banco, ¿por qué siempre inventas cuentos tan rebuscados que ni Carla Estrada se creería? Si me pagas la comida de hoy, te doy un curso rápido sobre cómo engañar a Magda –ofreció Lucía.

-Trato hecho, pero ahora ¿qué hago con las notas que no aceptó? Juro que son verdaderas, maldita bruja, le hace falta una buena cogida -gruñó Lula escondiendo la cabeza entre sus manos.

-¡Eso es! -Le dije a Lula-. Talvez si hacemos una colecta y le pagamos a un prostituto para que se la coja le cambie el humor, ¿no creen?

En la oficina, la voz se corría como hilo de media barata, a los pocos días ya tenía en un sobre 4 mil pesos para la operación “Magda” que habían donado desde el policía de la entrada hasta la esposa de Javier, el dueño de la compañía, pues Magda controlaba incluso los gastos personales de su familia.

-Ya compré el Tiempo Libre, creo que tengo a la pareja de Magda, escuchen: “Soy Javi heros, madurito, sumiso, con culito respingado. Besucón y cariñoso, digo sí a todo, llámame” -les leí al tiempo que se deshacían de risa.

-Yo compré el periódico, escuchen a éste: “Luis cara de Ángel, metelón, mimoso y siempre ando ganoso. Siéntete poderosa y ordéname tus fantasías. Completísimo, llámame...” -leyó Lucía.

-Yo tengo dos anuncios que me ha entregado Heriberto de almacén -exclamó Brenda: “Maestro Zo”, seré tu profesor de educación sexual, piel canela, 25 años, súper resistente y aguantador, amplio criterio”, y hay otro “Practiquemos el pecado original juntos, sin tabúes, Sergio, juguetón y complaciente, fogoso 20 cms”.

-Que les parece este dijo Lula, “Sexólogo complaciente, ven a tu revisión anual, complazco a señoras y señores, nalgoncito y traviesón. 22 centímetros, donativo a tu alcance...

-Ese lo quiero para mí, dame su teléfono en este momento -gritó Lucía mientras le arrebataba el papel a Lula y lloraba de la risa.

-Éste es, lo tengo: “Carlos, El caballero vengador, discreto, amplio criterio, busca dama de edad que quiera terminar con celibato o desquitarse del marido infiel, castígale conmigo”. Voy a llamarlo, avísenme por si viene Magda.

Llamé al Caballero Vengador Carlos y le expliqué la situación. Le pedí que fingiera ser un cliente que venía a pedir informes. Yo le señalaría a quien debía seducir y recibiría su paga cuando hubiera logrado llevarse a Magda de la oficina.

Al día siguiente montamos todo para evitar que Magda se distrajera, saliera de la oficina o fuera a una junta con Javier. Todos cooperamos, el policía de la entrada daría la seña a Heriberto del almacén, cuando viera acercarse a un hombre con un clavel rojo en la solapa.

Silvia la recepcionista, debía avisarle a la esposa de Javier para que le llamara con algún cuento de la escuela de los niños y así distraerlo. Margarita, la secretaría debía programarnos una junta a las encargadas de eventos para que Magda estuviera sola en el piso y fuera la única persona disponible para brindarle informes al Caballero Vengador Carlos.

-Ya llegó el paquete -dijo Heriberto por teléfono-. Está subiendo por la escalera de servicio, le dije que te buscara para recibir indicaciones.

-Gracias, ya lo veo -respondí colgando el teléfono discretamente.

Todo el mecanismo comenzó a funcionar tan perfectamente como un reloj cucú suizo recién salido de la fábrica.

-Es ella, la de blusa de flores y falda hasta los tobillos –le dije al Caballero Vengador Carlos mientras señalaba a Magda que se había vestido particularmente holgada como si presintiera algún peligro amenazador.

-Oye, yo no cojo con animales, creí que eras tú a la que debía complacer y eso querida mía, lo haría gratis –afirmó con aires de Don Juan.

-Bueno pues si la salvación del planeta y de todos los seres vivos dependiera de que yo me acostara contigo, la humanidad estaría jodida -contesté cortante.

-Te cobraré mil pesos más -expuso el Caballero Vengador Carlos sacando una pequeña calculadora de su bolsillo.

-Está bien, ahora regresa por donde viniste, sube por la escalera principal preguntas por mí, como estaré en una junta, le pides un folleto de informes a Magda y desquitas el dinero que te estamos pagando ¿vale?

-Claro nena, confía en mis encantos. Que para mañana esa vaca gorda dejará de ser señorita, eso te lo dice Carlos.

Supimos que el Caballero Vengador Carlos cumplió con su misión ya que al día siguiente Magda entró a la oficina radiante y vestida como colegiala enamorada con la ropa tan entallada que me recordaba a Vivendum el hombre Michelin. Anunció a los cuatro vientos que estaba enamorada y que empezaría una dieta en ese momento.

Pasados 15 días sin que Magda recibiera noticias de su “novio” el Caballero Vengador Carlos, volcó toda su furia sobre los empleados. Trataba de desquitar su corazón roto con cualquiera que le dirigiera la palabra.

Magda le descontaba el día completo a cualquiera que llegara 2 minutos tarde a trabajar, restringía los minutos que pasábamos en el baño, contaba cada segundo que hablábamos por teléfono y cronometraba la hora de la salida de la oficina, para que no nos fuéramos a retirar ni un segundo antes de las 6 de la tarde.

La oficina se volvió un verdadero infierno. Al cabo de unas semanas, tuvimos que volver a hacer una colecta para contratar de nuevo los servicios del Caballero Vengador Carlos, para que se presentara en la oficina con un inmenso ramo de flores (cortesía de nuestras quincenas) para pedirle disculpas a Magda por no haberla llamado.

Aleccionamos al caballero Carlos para que le contara a Magda que le habían descubierto un fraude fiscal (tema que Magda conocía y reprobaba fervientemente) y que lo meterían preso al día siguiente.

Ella comprendió la situación, aceptó pasar la última noche libre del Caballero Vengador Carlos procurándole favores sexuales y después le pidió se olvidara de ella pues no podía amar a un defraudador fiscal por muy bien dotado y cumplidor que fuera, pues iba contra sus principios morales.

Pasaron una noche de lujuria y pasión desenfrenada (según palabras del Caballero Vengador Carlos.) Al día siguiente todo volvió a la normalidad en la oficina, Magda gritando “que le corten la cabeza” a cualquiera que entregara tarde sus reportes y nosotros a aprovisionándonos de papas fritas y paquetines de galletas para sobornarla cuando necesitáramos su colaboración.

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Mantra de la semana: No debo menospreciar el poder del papel celofán, no debo menospreciar el poder del papel celofán... (¿a poco no empiezas a salivar cuando en la oficina escuchas una bolsa de papel celofán que se abre? y muchas veces es sólo un cartucho de tinta o una invitación del de junto jejeje)