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martes, 10 de agosto de 2010

LA GUERRA CON LOS CLONES

Cuando trabajaba haciendo comerciales para televisión, mi jefe, fan de Star Wars, nos “convocó” un jueves para ver la función corrida de todas las películas de la saga que se proyectarían en cine por única ocasión. Todos los empleados de producción, yo incluida, “aceptamos” pues numero uno, significaba que podríamos faltar al trabajo al día siguiente y dos, porque cuando el jefe no te invita, sino que te “convoca”, la única respuesta posible es, “Claro, si a mi me encaaaaanta Star Wars”.

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La cosa con los hombres freak (esos que van a convenciones de Star Trek, Star Wars, Galáctica, etc.), es que se lo toman muuuy en serio. Mi jefe incluso ha dormido dos días afuera del cine para comprar boletos... Bueno... pues la condición para ir era que debíamos disfrazarnos de alguno de los personajes.

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Mi amiga L. la directora de arte, se encargó del diseño y elaboración de los disfraces, seleccionados de uno de libros de la colección privada del jefe. Cada quien pagó por la tela y la hechura de su elección y del maquillaje de ficción, que correría a cargo del utilero. De hecho hubo pruebas de vestuario y maquillaje 4 días seguidos, yo me sentía como la dama de honor en la boda de Lady Di.

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Pues allá vamos todos los “clones” treintones, cuarentones y cincuentones del imperio pero en región 4 al cine, y aunque normalmente todo el departamento era bastante ruidoso, sarcástico y creativo, esta vez, estaban callados como si nos fuera a juzgar el consejo Jedi, todos estaban tremendamente apenados por ir pintarrajeados y disfrazados como para la fiesta de cumpleaños de Sheldon Cooper.

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A mí personalmente no me causaba ningún complejo ir disfrazada ya que el cine estaba del otro lado de la ciudad, de hecho estaba en el Estado de México, en Mundo E, lugar al que yo jamás había ido. Todo el camino la pasé molestando a todos, sacándoles fotos con mi celular, amenazándolos con enviarlas a sus esposas o esposos para que vieran lo mucho que trabajaban.

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Llegando al cine, el jefe hizo estacionar la camioneta lo más lejos de la entrada a propósito para que todos tuviéramos que cruzar el inmenso estacionamiento disfrazados. Muchos se trataron de cubrir o esconder la cabeza con las capas del Imperio para no ser vistos. Yo de hecho bajé de la camioneta amenazándolos a todos con mi espada láser haciendo ruidos de vuvusela bzuuuuuum bzuuuuuuum...

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-¿Comadre? ¿Ana eres tú? ¡Estas disfrazada!

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¡Dios mío! Mi amiga más nice y criticona estaba estacionada a ¡dos coches de la camioneta!

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-No, éste es mi uniforme de trabajo, soy la asistente personal de Obi- respondí.

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-Comadre, hace mucho que no te veo, creo que la última vez fue... ah si, en una galaxia muy muy lejana, ¿Cómo esta Luke?

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Iba a responderle pero al ver mi reflejo en el vidrio de la camioneta, pensé que no estaba en posición de ser sarcástica, simplemente me quedé como Hans Solo en carbón, petrificada.

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Yo solo me limité a sonreír y a tratar de explicarle que el jefe nos había obligado a disfrazarnos. Mis compañeros “los clones” estaban atacados de la risa y al unísono respondieron que de hecho había sido MI IDEA. Uno de ellos, el que iba de “Arturito” (dije que eran región 4 ¿no?) le dijo que yo hasta le pagué para acompañarme porque tenía ilusión de estrenar mi disfraz.

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Debo confesar que ésta ha sido una de las pocas veces que me he quedado sin nada que decir.

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-Bueno Ana, que la fuerza te acompañe –respondió mi comadre mientras me abrazaba y se subía al coche.

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Y para rematar con broche de oro, dentro de la sala de cine, había decenas de reporteros y cámaras para cubrir el evento, que desde luego salió en todos los periódicos y noticieros, con nuestra cara en primera plana. Si hubiera decidido mejor ir a trabajar el viernes... Si le hubiera hecho caso a mi princesa interior y hubiera escogido a la Princesa Leah (la túnica blanca nunca dejara de ser chic)... Pero nooooo, tenía que escoger un Ewok de zapatotes porque era el más barato...

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Como dice H. el “hubiera” es tiempo pendejo...

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Nuevo mantra: Debo leer el libro de las Leyes de Murphy, debo leer el libro de las leyes de Murphy...