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martes, 21 de septiembre de 2010

¡ME VALE, JERGA!

H y yo, estábamos remodelando nuestra casa poco a poco. El cuarto de servicio de la vieja casita era del mismo tamaño que la recámara principal, así que pensamos que sería buena idea vivir en ese cuarto, ya que daba al techo de la casa que convertiríamos en un roof garden de ensueño. Con mucha imaginación y un poco de dinero ahorrado, mandamos construir un baño con jacuzzi y un gran ventanal que se abría hacia el pequeño Roof Garden.

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Las bardas que dividen las casas del condominio son bastante altas, (en realidad la casa es parte de una vecindad vieja, pero los vecinos le llaman Privada), en fin... la cosa es que la barda de enfrente da a varios edificios y vecinos muy metiches.

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Un domingo muy temprano, H se armó de valor (lo cual no pasa muy seguido) y decidió extender la barda de madera del Roof garden, para poder estrenar el jacuzzi sin miradas extrañas.

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Debo aclarar que H jamás sale de la casa (ni si quiera al coche), con un cabello fuera lugar, si no está perfectamente vestido, o si no trae su kit de comunicaciones que se lleva hasta al baño. Su kit se parece al cinturón de Batman, lleno de aparatos que suenan, vibran, timbran y parpadean, ah y su cartera. Extrañamente H salió al roof garden vestido sólo con unas bermudas y sus chanclas.

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Como no oí ruido, me levanté de la cama -y como era tiempo de calor-, me puse una playera de pesista vieja y con hoyos, y salí a ver cómo iba la “operación barda”; total, eran las 8 de la mañana y además domingo ¿quién diablos estaba levantado a esa hora?

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Un aire maligno azotó la puerta del roof garden cerrándola con seguro. Yo no me preocupé demasiado, ya que H había sido scout, y aunque solo salió con un par de lijas, pensé que lo solucionaría en cosa de dos minutos con uno de esos McGuiverismos.

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...Hicimos varios intentos para abrir la puerta, usamos un clip que estaba por ahí tirado y que nunca pelamos, pero que en ese momento era tan valioso como el azafrán de una paella; usamos un pedazo de alambre oxidado, uno de mis aretes, la esclava de identificación de H, pero nada.

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Como es costumbre en todo ser humano por la mañana, los intestinos comenzaron a despertar y a pedir auxilio. Así que con toda la pena el mundo comenzamos a gritarle a la vecina, después de todo, ya eran las 9 de la mañana y ella también era nueva, por lo que seguramente estaría desempacando.

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-Vecina, vecina- nada.

–Vecinaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa –y por fin salió la vecina con voz de cruda de ultratumba.

-¿Qué pasa, estas bien?

-Bueno sí, pero estamos encerrados aquí en la terraza, quisiéramos pedirte si puedes llamar a un cerrajero. ¡Que pena!

-Me encantaría ayudarlos pero no tengo la sección amarilla y aún no me conectan Internet, pero puedo poner una escalera para que H se salte y vaya a buscar uno.

-Perfecto, muchas gracias.

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Por supuesto que H, puso cara de “estoy desnudo en la escuela y no es una pesadilla” y me volteó a ver con ojos como del gato de Shrek mirando atentamente mi playera.

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-Está bien, pontela. –murmuré.

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Yo tomé una mini jerga asquerosa de la puerta, que apenas me tapaba el pecho, la sacudí y me la puse encima.

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Al cabo de una hora, H y un cerrajero volvieron y abrieron la puerta. H le pagó y tras ver su reflejo en la ventana del jacuzzi comenzó a experimentar un ataque de pánico social tipo 3: ¿Pero cómo me dejaste salir a la calle con esta playera y chanclas? Parezco un lanchero de Acapulco travesti, además mira mis pelos, están todos esponjados, parezco Krusty, ¿cómo se te ocurre?... qué va a decir la gente... creí que me querías y que te preocupabas por mi... no es justo...

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Yo aguanté la respiración un poco conteniéndome la risa por lo ridículo de su atuendo y un poco para no golpearlo, o aventarlo por la barda hasta el suelo.

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H entró a la casa y se metió al estudio. Yo me vestí y fui al parque para relajarme y después al súper mercado.

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Cuando volví, H me pidió una disculpa y me dio un largo y cariñoso beso como si yo volviera de Vietnam. Yo no entendía muy bien porqué, hasta que un amigo (y casualmente uno de los vecinos de los edificios de enfrente) nos mandó por Facebook un video de mi, haciendo malabares para cubrirme con la pequeña jerga mientras enfocaba mis calzones que casualmente tenían escrito “Dolce” y al calce del video decía: “¿Y la jerga qué es, Chanel?”...

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Mantra de hoy: Debo vestirme, arreglarme y perfumarme antes de salir a tender la ropa, debo vestirme, arreglarme y perfumarme antes de salir a colgar la ropa.

1 comentario:

  1. Tina Wrote:
    Hola Anapauuu,
    Estuvo muy chistoso lo de la jerga. Me acordé de la vez que estaba en paños menores en un hotel y se me ocurrió salir por hielo, al fin que estaba bien cerquita la máquina cuando zaz... se cierra la puerta!
    Y óra? Fue un osooo... Trata de taparte con la cubetita mientras le explicas al de seguridad.

    A propósito del bicentenario chingón, te sabes el de:
    Hace un chingo de años llegaron unos hijos de la chingada que se creían muy chingones y nos quisieron chingar.
    Vinieron a hacernos puras chingaderas y desde entonces nos llevó la chingada. Qué chinga nos pusieron, ¿no?
    Lo chingón es que como somos los chingonométricos los mandamos a la chingada. Bueno, chin, chin el teporocho y tan tan.

    Besos
    French

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